dilluns, 21 de març del 2011

Un perro recorre 200 kilómetros para regresar junto a su amo y pegarle


En agosto de 2010, la familia Borñasque-García, de Madrid, se encontró ante la disyuntiva de pagar una guardería para perros (por cuyo precio, todo sea dicho, su mascota debía de aspirar a tener esclavas abanicándole 24 horas al día) o ahorrarse ese dinero y sumarlo al presupuesto de un mes de vacaciones. El suplemento de jacuzzi en el hotel en Alicante pudo más que el cariño a su mascota, y en mitad del viaje, Fluffy, el simpático terrier, bajó a hacer pis en el arcén y no regresó al coche nunca más.



Pero la lealtad de un perro es proverbial. Y tras seis meses deambulando por los solitarios arcenes, aventurándose en el desierto en busca de presas fáciles, pasando sed en verano y frío en invierno, soportando la lluvia y las noches al raso, guiado solo por el vínculo afectivo con sus amos, Fluffy halló el camino de vuelta al pisito de los Borñasque-García en Getafe.

Una vez allí, y recibido con gran algarabía por los niños, Fluffy recorrió el conocido pasillo hasta el salón, se subió a la mesilla junto al sofá donde descansaba el padre de familia y, ajeno a la mano del sorprendido dueño que iba a acariciarlo, le dio una colleja que lo tiró al suelo. Y luego se cagó en su boca.

Fluffy volvió a irse y no se le ha vuelto a ver. Los Borñasque-García hallaron su coche quemado al día siguiente.

ARF ARF ARF ARFFFFF UAUUUUUUUUUUU,
Será verdad!!!

VIVA FLUFFY!!!!!!

GUAU!